sábado, 29 de junio de 2013

lunes, 4 de marzo de 2013

Oscar Niemeyer, el soñador de curvas, el arquitecto inmortal. Parte 4: de 1980 a 2012.

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Tras casi 16.000 visitas desde todas las partes del mundo, y más de 130 amigos, La arquitectura del objeto cumple su primer año. Muchas gracias a todos por interesaros, al igual que yo, en estos maravillosos mundos de creación que son la arquitectura y el diseño.

Con este artículo finaliza mi homenaje personal al gran arquitecto Oscar Niemeyer. En esta serie de entradas he pretendido lanzar una mirada a la parte más humana del arquitecto. Para alejarnos por un momento de su consagración como icono, y acercarnos a una comprensión más íntima de los acontecimientos que dejaron una mayor impresión en su larga vida. Es por ello por lo que en estos textos no encontraréis gran información sobre su obra. Para eso ya existen miles de palabras flotando en internet. 

Nos quedamos en 1980. Oscar Niemeyer cumplía por entonces 73 años. Con una vasta producción arquitectónica, y una hipotética cercanía al final de su vida, empezaron a lloverle las condecoraciones y reconocimientos. 

En 1988 recibirá el premio Pritzker de Arquitectura: "Por una práctica que desde hace años me tiene en éxtasis frente a la mesa de dibujo, para cumplir con los gobiernos y las clases dominantes, disgustados con la inmensa miseria que pesa sobre el mundo". 

"En el momento de recibir el premio Príncipe de Asturias en 1989, y la medalla de oro del Colegio de Arquitectos de Barcelona, me decidí a escribir un pequeño texto explicando mi obra como arquitecto. Lo hice deseoso de demostrar que mi obra no acepta compromisos, sus objetivos son la belleza y la invención, sin caer en los pequeños detalles. Actúa más bien desde la propia estructura, que se exhibe desde el primer trazo".

"Cuando añadí en mis conferencias que no daba a la arquitectura mayor importancia, no había desprecio en mis palabras. La comparaba con otras cosas más ligadas a la vida del hombre, refiriéndome a la lucha política, la colaboración que todos nos debemos a la sociedad, a nuestros hermanos más pobres. ¿O qué podría ser comparado a la lucha por un mundo mejor, sin clases, todos iguales?. Aún así la arquitectura también me ocupaba, llevándome, como ahora, a defender mi trabajo y mis opiniones como arquitecto. A debatir los problemas de la arquitectura con un calor que una vida tan frágil e insignificante no justifica".

Oscar Niemeyer en Barcelona, en 1990
  
"Muchas veces deseé hacer escultura. 'Usted es un escultor del hormigón armado', me decían, y yo pensaba que algún día podría suceder. El tiempo pasó. En las horas libres hacía algún croquis. Pensaba en grandes esculturas puestas en una plaza cualquiera. Abstractas, leves, sueltas en el aire. [...] Un día conversé con mi amigo Honório Peçanha. Me dio un saco de barro y un gran cubo de madera. Era lo que precisaba para iniciarme. Nunca los utilicé. Una feroz autocrítica me obstaculizó. Aún así, cuando me plantearon hacer un monumento a Juscelino Kubitschek y después al grupo 'Tortura Nunca Mais', no tuve coraje de rehusar. El hombre sigue su destino, satisfecho cuando sus convicciones y esperanzas le coinciden". 

En 2004 fallecería su mujer, Annita Niemeyer: "En todo esto pensaba aquella noche. La recordaba mirando en la televisión su novela favorita. Con el rostro siempre apoyado en su mano derecha, sonriendo con lo que pasaba en la pantalla, o aprensiva si en ella surgían las maldades del Mundo. Recordaba esos momentos felices que vivimos juntos, que viven en mi memoria. Nuestros viajes: París, Nueva York, Lisboa, Madrid, Buenos Aires...Moscú. La recordaba en la plaza de San Marcos, riendo feliz, con palomas sobre sus hombros. O en Nueva York, donde pasamos largos meses recostados en Central Park, mientras Anna María, pequeñina, corría detrás de las ardillas". 

Oscar y Annita Niemeyer

"La mujer es el complemento físico y espiritual del hombre. Sin él, sin su encanto y buena compañía, desaparecen los sueños y fantasías que marcan y justifican su vida". 

"Claro que me hace feliz haber vivido tanto, apoyado en la mesa de dibujo durante la vida entera. Pero, si alguien me pregunta qué es lo que más me agrada, recordando todos esos proyectos, diría que es haber guardado tiempo para pensar en la vida, en este mundo injusto que un día lograremos modificar". 


Todos los textos han sido seleccionados y traducidos de la web oficial de Oscar Niemeyer: http://www.niemeyer.org.br/
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sábado, 23 de febrero de 2013

Oscar Niemeyer, el soñador de curvas, el arquitecto inmortal. Parte 3: de 1960 a 1980.

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Retomo "La arquitectura del objeto" publicando la tercera y penúltima parte mi tributo personal a Oscar Niemeyer. Como he venido haciendo anteriormente, haré uso de sus propias palabras para brindar la posibilidad de conocer sobre su trayectoria personal desde una posición cercana. Enlazamos pues con el momento en el que aborda su obra más significativa, Brasilia, donde se mudará en 1958 para seguir de cerca el nacimiento de la nueva capital. La ciudad se inauguró el 21 de abril de 1960. 

"Brasilia comenzó, y debido al motivo de su nacimiento, trajo con ella molestias y compromisos. Contábamos con el total apoyo de Juscelino Kubitschek, y eso compensaba el ambiente hostil que nos rodeaba; oprimidos por el silencio, por el polvo rojo, por la tierra encharcada de serrín. Por los problemas que antes desconocíamos, como las amistades paralelas e inevitables".

Inauguración de Brasilia el 21 de abril de 1960

"De la Universidad de Brasilia (UnB) proyecté los edificios principales, los cuales dirigiría luego como Coordinador de la Escuela de Arquitectura. De ese periodo guardo los mejores recuerdos. Desde Darcy Ribeiro, quién dirigió la UnB superando todos sus obstáculos, hasta los profesores con los que colaboraba con la misma dedicación e idealismo [...] Tenía un entusiasmo que se se extendió a todos los sectores de mi vida con el mismo optimismo y devoción".  

"Recuerdo el día que la Universidad de Brasilia recibió el Premio Lenin de la Paz (1963). El campus estaba enteramente iluminado, y todos los profesores, alumnos, diputados y trabajadores estaban allí. Calmados, sin las preocupaciones de los tiempos que estaban por venir".

Oscar Niemeyer recibiendo el Premio Lenin de la Paz, en 1963

"En Lisboa me llevé un gran susto con la noticia del Golpe de Estado ocurrido en Brasil. Durante tres días no despegué la oreja de la radio del Hotel Victoria, con la expectativa de cualquier buena noticia. Estábamos ansiosos, aterrados, temiendo un nuevo periodo de opresión y oscuridad. Fue en abril de 1964". 

"Entristecido por no estar allí para compartir las vicisitudes de mis viejos amigos, pasé esos meses de permanencia en Israel recusando sistemáticamente asistir a las recepciones y fiestas a las que fui convidado. Pensaba que aceptando esos convites, estaría traicionando a aquellos que se enfrentaban en Brasil a la opresión y la violencia. Me centré de lleno en el trabajo, manteniendo sólo los contactos indispensables".

"El nuevo gobernador de Brasilia exigió mi renuncia. El ministro de aviación decía que yo era un comunista de Moscú. Mi proyecto para el aeropuerto fue rechazado. La Universidad de Brasilia que Darcy Ribeiro había creado con tanto coraje y talento fue invadida por el ejército. Mi despacho fue saqueado. Dejé la UnB con 200 profesores. Me fui hacia el extranjero con mis penas y mi arquitectura".

"Pero la vida continuaba. André Malraux conseguiría de De Gaulle un decreto especial que me permitiría trabajar en Francia como arquitecto. Personas importantes como Boumediene, Mondadori, Sartre y el Partido Comunista Francés me apoyaron. Los trabajos se multiplicaron y mi arquitectura fue conocida por todas partes". 

Certificado que permite a Oscar Niemeyer 
trabajar como arquitecto en Francia

"Nos gustaba París. La ciudad de Gide, Baudelaire, Camus y Malraux. Recuerdo la revolución de París y la libertad. El viejo Sena correr tranquilo indiferente a la vida de los hombres. Los Campos Elíseos, con su paseo, sus escaparates y cafés. Sus hermosas mujeres".

En 1978, Oscar Niemeyer fue nombrado presidente del recién nacido Centro Brasil Democrático: "La idea de crear CEBRADE fue en realidad de Renato Guimaraes. [...] Era una organización no partidista, que daba cabida a comunistas y otras corrientes políticas que luchaban contra la dictadura desde la clandestinidad. Fueron muchas las actividades que hicimos con el gran número de intelectuales y artistas que formaban parte. A mí me resultaba interesante verificar como las diferencias políticas separan a los hombres, en este mundo que el que el poder y la ambición lo permiten todo". 

CEBRADE, en 1978
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